Hay un nakama que pregunta el por qué de cada técnica. Si bien, es bueno interesarse del por qué de las cosas, cuando uno lleva muy poco tiempo practicando, la teoría puede ser más un obstáculo que una ayuda.
Sensei enseña el karate a nosotros, Nakamas, como un maestro les enseña Zen a sus discípulos: con acertijos que, de primera, nos parecen absurdos e ilógicos. Así, como los
koans, las técnicas no deben ser cuestionadas con la mente y con las reglas de la lógica. Debes entender que nada parecerá cómodo porque tu cuerpo nunca había hecho karate antes que hoy.
Hay que olvidarse de todo, de aprender a soltar lo que se ha aprendido hasta ahora y dejar espacio para el nuevo conocimiento que el karate te entregará.
Al principio, ningún movimiento, ningún kata tiene sentido ni lógica. No dejes que este aspecto te desanime. Aunque no lo creas, tu cuerpo, el mismo cuerpo que tratas de entrenar será el que terminará por enseñarte los secretos del karate que practicas.
Ten confianza en que Sensei no está enseñándote ninguna tontería, olvídate de ti. Como sale en la película “El último samurái”: el protagonista fallaba en su entrenamiento porque estaba muy consiente de su entorno. Tenía la mente en lo que podría decir la gente, o su oponente y en su técnica… y la forma para tener éxito era olvidarse de su mente, de su raciocinio, de su lógica. Llegar a un estado de “No mente”
Imita a tu Sensei. Imita sus movimientos, obsérvalos bien. Mira a tus Sempais, observa a tus compañeros más avanzados. Y un día responderás todas preguntas, sin siquiera haberlas preguntado.