6.8.05

Espíritu sobre mente y cuerpo

Reflexionar luego de la práctica es indispensable. Cuestionárselo todo es lo debido.

Pero mientras tus pies están sobre la madera del dojo, tu mente no debe existir como agente de cuestionamientos. Debe concentrarse para estar en calma y dejar al cuerpo ausente a la presencia de la mente y la mente estar ajena al cuerpo.

Muchos, en nuestros comienzos cedemos en nuestro entrenamiento a causa del dolor. Muchos persisten en abandonar dentro del entrenamiento, alargando su camino hacia una buena ejecución de la técnica, hacia una buena construcción del espíritu.

Un querido nakama siempre me dice que el cuerpo, durante el ejercicio físico puede darte señales de que abandones. Te dice que no puedes más y debes detenerte, debes abandonar. Es un momento muy difícil. El cuerpo se cansa y te pide una tregua. Pero si sigues empujando tu cuerpo manteniendo el mismo ritmo, llega el momento que el cuerpo se rinde al ejercicio, no hay dolor, no hay cansancio: el cuerpo deja de pedirle ayuda a tu mente y se ayuda así mismo, concatenando mecanismos que lo ayudan a superar tal prueba.

Ahora, si el cuerpo se cansa al ejercitarse, la mente se cansará sólo al pensar en exceso. Esta lógica seria correcta. Y al ser correcta, cuando el cuerpo está cansado, la mente debería estar intacta, la concentración profunda...

El espíritu entra en juego.

Es tu mente la que te hace flaquear, pero el espíritu es quién hace que te mantengas firme en tu concentración y así llevar al límite tu cuerpo, para así sobrepasar la barrera del dolor.

Mi espíritu es aún inconstante. Mi mente flaquea y sucumbe a los designios de mi cuerpo. Pero no por eso dejo de dejarlo todo en el dojo.

Hoy logré levantarme cuando iba cayendo. Y experimenté esa desconexión entre la mente y los padecimientos del cuerpo.

Fue un día feliz, felicidad de un budoka al sentir que se levantaba con un espíritu más fuerte.

Publicadas por Sauce a la/s 01:36 | 0 comentarios  
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