El lugar que nos pertenece
A veces mantenemos nuestra vista pegada a un horizonte brillante, cálido y hermoso. Mantenemos nuestros ojos incrustados en la belleza de la puesta de sol que nos brinda este pacífico que baña nuestras tierras.
Pero que pocas veces miramos nuestros pies, que pocas veces tomamos conciencia en donde están ellos puestos, donde y como descansan y lo más importante, ver si en verdad pertenecemos a ese lugar que nuestros pies ocupan, si nos han llevado a nuestro lugar.
El saber a que lugar pertenezco ayuda a delinear los límites que el criterio y el respeto dibujan en nuestras vidas, ya sea en el dojo o en la vida diaria. Lo correcto o incorrecto está en manos de cómo nos vemos dentro del mundo.
No es malo trazarse metas, mirar al futuro, pero hay que recordar que para llegar a ese futuro debes caminar primero por el presente y el conocer tu lugar posibilita que este camino sea llano y tranquilo.
Nunca debe faltarnos la humildad y si esta hermosa virtud es escasa en nuestra personalidad, el reconocer su falta será acto suficiente para dirigirte a ese camino tranquilo que es saber cual es tu lugar en el mundo.
Cuando nos formamos en la línea para hacer el saludo ritual en el dojo, siempre a tu derecha hay una persona que tiene más experiencia que tu, pero aún así, no lo sabe todo. A tu izquierda hay una persona que tiene menos experiencia que tu, pero aún así tu no lo sabes todo.
Si te muestras con humildad sincera, serás bendecido con la confianza de tus compañeros, sempais y la de tu querido sensei, lo cual te hará un hombre muy afortunado.
Nunca hay que dejar de maravillarse, no perder el sentido del asombro de la belleza del horizonte, sea al alba o en el ocaso. Nunca descuides tus pasos, puedes estar pisando los pies de alguien más, haciéndole daño, y sin ni siquiera prestar atención a tal afrenta.